Es difícil, muy difícil imaginar un mundo sin risas y mucho más aún, imaginarse a un niño que no ríe. Cuando te ríes te sientes bien, se excita todo el cuerpo, se relajan los músculos y eso es debido a que el cuerpo genera hormonas como las endorfinas o la dopamina.
Al reír el cerebro interpreta que estás a salvo que no debes estar en tensión y por eso se relajan los músculos e incluso se alivia el dolor.
La risa ayuda a quemar calorías cuando nos reímos movemos unos 400 músculos de nuestro cuerpo. Algunos investigadores creen que reír 100 veces es equivalente a hacer 10 minutos de ejercicio aeróbico o hacer 15 minutos de bicicleta. Al reír se segregan endorfinas, unas drogas naturales que provocan euforia y efectos tranquilizantes y analgésicos. Se fortalecen los lazos afectivos. Se genera una mayor respuesta del sistema inmunológico ante la enfermedad.
Sirve para descargar tensiones, potencia la creatividad y la imaginación. Incrementa la autoestima y la confianza en uno mismo. Es una fórmula eficaz para eliminar pensamientos y emociones negativos. Alivia el insomnio al producir una sana fatiga que el sueño repara con facilidad.
Tenemos que ser conscientes que estamos hechos de emociones positivas y negativas, necesitamos todo tipo de emociones para estar vivos. Sucede que las negativas se quedan más tiempo con nosotros porque recordar algo que nos hizo daño puede ayudarnos a alejarnos de eso, a mantenernos distantes.
Tenemos un cerebro que está programado para sobrevivir no para ser felices. Las emociones positivas dejan entrar sentimientos de placer; pero como las emociones vienen y van no merece la pena intentar aferrarse a ellas, sino más bien entrenarse para adquirir la habilidad de generar más emociones positivas que negativas hasta lograr un equilibrio sano entre ambas.